I
Ese mismo día, más temprano, bajo la sombra de unos árboles en un extenso parque, ella esperaba, el llegó con un cuarto del tiempo de retraso, y directamente le dijo: - “Yo se que Tu me quieres, y Tu sabes que Yo a ti… Pero me voy, olvídame y sigue tu rumbo, te deseo lo mejor” – Se quito el anillo de matrimonio, el que Oficialmente comenzarían a llevar ese mismo fin de semana al contraer nupcias, le tomo su mano, abriéndola y dentro de ella lo colocó, se volteó y sin mirar atrás partió. Nunca más se supo de El.
II
Saliendo de un imponente edificio de oficinas, luego de toda una jornada entre papeles, reuniones, contratos, clientes, firmas, éxito; ese día decidió que no conduciría hasta su casa como usualmente ocurría, salió a la calle y tomo el primer autobús que se detuvo. En ese instante sintió la necesidad de por un momento dejarse llevar, de correr y correr, disfrutando la libertad, esa, que El mismo sacrificó por el éxito profesional, meta que consideró sería lo único necesario y vital en su vida. Ese viaje en autobús, irónicamente lo llevaba por las calles en donde vivió de estudiante y cuando recién arribó a la ciudad. Sitios que hacía muchos años no podía ver ni disfrutar, todo por la entrega a su desarrollo económico laboral. El haber tomado un autobús sin rumbo era tal vez una metáfora de lo que quería hacer con su vida… un rumbo distinto, un nuevo destino… quien podría saber lo que pasaba muy adentro en su mente.
En la siguiente parada descendió del autobús y se adentro en las estrechas calles, con pisos de adoquines, multitudes que las recorrían de un lado al otro, los avisos de las muchas y diversas tiendas, los artistas tocando el violín en una esquina, en la otra un hombre viejo suena su desgastado acordeón y su mujer recoge las monedas con su sombrero. De pronto arrecia la lluvia y las multitudes se resguardan bajo los toldos. El decide continuar su recorrido por aquellas angostas calles, y el agua que lo empapa de pies a cabeza. De pronto levanta la mirada y a lo lejos, en dirección opuesta a El, se acerca una hermosa mujer, el piensa que es una visión causada por el éxtasis de aquella libertad que experimentaba.
En la siguiente parada descendió del autobús y se adentro en las estrechas calles, con pisos de adoquines, multitudes que las recorrían de un lado al otro, los avisos de las muchas y diversas tiendas, los artistas tocando el violín en una esquina, en la otra un hombre viejo suena su desgastado acordeón y su mujer recoge las monedas con su sombrero. De pronto arrecia la lluvia y las multitudes se resguardan bajo los toldos. El decide continuar su recorrido por aquellas angostas calles, y el agua que lo empapa de pies a cabeza. De pronto levanta la mirada y a lo lejos, en dirección opuesta a El, se acerca una hermosa mujer, el piensa que es una visión causada por el éxtasis de aquella libertad que experimentaba.
III
Mientras los dos individuos se aproximaban uno al otro, el caminaba como autómata hacia la esbelta mujer, quien sin importarle la fuerte lluvia transitaba por aquellas calles de piedra. Al acercarse el notaba que mas que el agua que le escurría a la joven, eran las lagrimas que brotaban de sus ojos lo que resaltaba. Ya casi frente a frente, y sintiendo la obligación de ayudar alguien que se mostraba tan afectada, se decidió y abordarla, preguntarle que le acontecía. En ese tiempo mientras se convencía y pensaba que palabras usar, la mujer paso a su lado, lo miro, y aun con lagrimas en sus ojos le sonrió. Todo fue cuestión de micro segundos, pero para El todo transcurrió como una película bajada al mínimo del tiempo en su velocidad, las gotas de lluvia se quedaron suspendidas en ese momento, la luz reflejada de los neones y de las bombillas resplandecieron mucho más, justo en el instante en que ella lo miró.
De la misma manera en que se acercaron, se cruzaron, así mismo se alejaron, y El como hechizado, sin palabras, sin moverse, solo alcanzo a voltear y mirarla ya de espalda… no reaccionó…y la dejó ir.
IV
El sentado en una banqueta mirando la silueta de la ciudad reflejada en el río, viendo como la lluvia baña y purifica aquella mole llena de historias, se preguntaba si acaso la aparición de la llorosa mujer, justo en la calle donde había dibujado todos los sueños que poco a poco había conquistado y que no le llenaban ni hacían feliz, sería una segunda oportunidad que le daba la vida, para arrancar aquel boceto y construir uno nuevo, en donde ella de seguro sería el nuevo norte. Nunca lo sabría, porque no tuvo la rapidez, o tal vez valentía necesaria para preguntarle que le hacia tanto daño y el mismo ayudarle a sanar el corazón…
Ahí mismo, al terminar de llover, tomo otro autobús en sentido contrario, que lo llevaba resignado y de regreso a su vida de siempre.
3 comentarios:
Migo ya tas confirmado pal encuentro .....anotado!GRacias por eso!
Pasese cuando pueda por mi blog ya emnpeze campaña al miss mamita blogera!
Besillos!
Y LA DEJO IR???!!! (pero que muchacho tan tonto!!!)
-Buena tu historia JC- ;)
See ya
Ya va, ya va... eso lo escribiste tú????
O te lo copiaste de algún lado???
Tanto amor me confunde...
Igual es una historia preciosa, lástima que el final sea tan triste.
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